sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo 8: Tanya la friqui

 Cuando Chelsea regresó a nuestro cuarto, se puso el pijama y abrió su libro de historia. Yo la observé en silencio, no sabía que hacer primero, si replicarle lo mucho que me había molestado su actuación para que besase a Paul, o mi gran locura de esa misma tarde. Estaba segura de que no me iba a crees. Porque ver una criatura exactamente igualita a ti pero con un toque terrorifico y los ojos llameantes de un rojo color sangre no era precisamente algo que fuera de esperar ver en la vida real. Pero siendo yo, podía esperar cualquier cosa, quizá me hubiese pasado con eso del beso, quizá estuviese exhausta y me imaginase cosas que no existían pero es que esa chica era tan.. vívida, real. Parecial de un material orgánico, no sé, parecía de carne y hueso. Quería evitar ese tema todo lo posible, se lo contaría pero primero la eche una buena bronca:
 -Chelsea, ¿tienes un minuto? -pregunté seria mientras ella dejaba el libro a un lado de la cama.
 -Claro, ¿Necesitas algo?
 -Sí, quiero que me digas porque has echo eso en el comedor.
 - ¿hacer qué?
 -Retarme, acabar con mi paciencia y conseguir que besara a tu primo -escupi la frase a regañadientes. En cualquier momento iba a explotar de rabia.
 -Yo no hice nada malo - se hizo la ioncente -yo solamente dije la verdad, que bueno, él no queria besarte y tú lo estabas deseando. Te hice un favor.
 -No Chelsea, no lo entiendes. Ahora Paul me odia.
 -No te odia es solamente que mi querido primito y yo tenemos distintos puntos de vista.
 -¿De qué estás hablando?
 -Pues que tú al besar a Paul...
Dos toques en la puerta la interrumpieron y el chico de mis sueños se metió en la habitación. Estaba serio pero parecía mas sereno y tranquilo que antes. Sin embargo, su rostro reflejaba una agonía tremenda como si hubiese muerto un ser querido y estuviese de luto. No era ni por asomo él. Mi Paul siempre estaba sonriento, éste parecia inhumano. Estaba destrozado, tanto, que quise llorar por él. Demostrarle que no había pasado nada malo, que la mala de la película había sido yo por besarle de esa forma tan descarada. No era propio de mí pero me salió del alma.
 -Tanya, ¿Podemos hablar? -dijo ignorando a su prima, que le miraba con rostro de súplica.
 -Claro.-Me levante de mi cama y me puse las zapatillas entonces salí al pasillo con él.
 -Lo siento -dije antes de que pudiese articular palabra.
 Entonces hizo algo que ninguno de los dos esperaba. Me planto un apasionado beso que devolví encantada yo. Me apolló contra la pared con ansia, buscando mis labios desesperadamente, ansiando más y más. Acaricie su nuca y le besé por todas las zonas de su cuell. Incluso estuve a punto de quitarle la camiseta pero estabamos en pleno pasillo y podía pasar alguien en cualquiero momento. Sus labios se tensaron, y eso me dio a entender que el beso había terminado. Pero al fin y al cabo el estaba acorralandome en la pared y muy cerca, demasiado para mis alocadas hormonas adolescentes. Iba a besarñe en cuanto comenzó a hablar.
 -Sé lo que has visto esta tarde en tu habitación. A mi también me paso mi primer día como fantasma. Eras tú. Es decir, tu fantasma, tu espiritú saldrá todas las noches de tu cuerpo, que yacerá muerto sobre tu cama hasta el amanecer cuando amanezca volverás a estar viva. Bienvenida a mi mundo.
 No entendía nada.
 -Eres un fantasma, Tanya . Te he convertido en fantasma y no me lo perdonaré nunca.
 A medida que mi cerebro fue entrelazando datos se me puso la piel de gallina. Sentí mucho miedo al saber lo que quería decir Paul con sus palabras. No había muero, eso seguro. Pero mi  fantasma se habia activado por algún motivo antes de que muriese y todas las noches iba a salir. Todas las noches iba a estar muerta. La idea me formo un nudo en la garganta. Me dolía el pecho.
 -¿Por qué? -fué lo único que conseguí decir.
 -Ya lo entenderás. En 3 días tu fantasma comenzará a salir. A medianoche se irá de tu cuerpo y volverá a las cinco de la mañana.
 -Pero, eso quiere decir que estoy loca -dije para mí misma.
 -Bueno, en cierto modo todos lo estamos.
 -No, quiero decir, debo estar loca para que me hayas besado de ese modo -sonreí pícara.
 -Tu no estás a lo que tienes que estar, ¿verdad? -me acusó irónicamente mientras me daba un pico.
 -Lo siento, es que alguien me ditrae. -me lancé a por él.
 Se deshació con fcilidad de mi torpe abrazo.
 -No esto es serio -dijo cogiendome de las manos.
 -Esta bien, Paul, mirame. ¿Crees que pierdo algo de mi asquerosa vida por ser un fantasma? Yo apostaría  que incluso, transformandome en sapo ganaría más. Lo único que me asusta es mi... espiritu. No sé, le veo tan peligroso..
 -Tranquila, los espiritus se controlan por tu persona. Todo lo que tú no quieras hacer, no lo harás.
 -¿De verdad?
 -Te lo prometo -dijo besandome otra vez.
 -No te haces una idea de cuanto he tenido que aguantarme por temor a besarte y convertirte. Pero, he de aceotar que tu seas fantsma, tiene su lado positivo. -continuó besandome, esta vez fue un beso dulce. Entonces el reloj del pasillo anunció que eran las once de la noche.
 -Tengo que irme, he de prepararme para medianoche.
 -Joo -proteste abracandole más fuerte.
 -Venga, mañana nos vemos.
 -No- le besé una vez más
 Él me devolvió el beso con devoción pero este duro mucho menos que los besos anteriores.
 - Está bien -dije al fin. -no me apetece besar a un muerto.
 Él se rió ante mi chiste malo
 -Tanya la friqui -susurró -por eso estoy coladito por tí.
 -Hummm. Paul el Cortarollos - dije yo -por eso tenía tantas ganas de besarte.
 -Me voy. -me beso y cumplio sus palabras.
 -Entré como una tonta empanada a mi habitación y sorprendí a Chelsea junto a la puerta.
 -¿¿Serás cotilla!!-La acusé, pero no podía enfadarme, estaba demasiado feliz a pesar de haberme convertido en una muerta viviente nocturna.
 -Lo siento, pero bueno ahora que estás en el mismo mucndo que nosotras las cosas serán más faciles.
 -¿Cómo? -exclamé sorprendida - ¿Tú también eres un...fantasma?
 -Sí, solamente que yo tengo 3 siglos de practica así que solo me transformo cuando quiero. Ya lo controlo, en cambio mi primo Paul, solo tiene 84 años y no se maeja muy bien -se rió y yo la miré con cara de alucinación.
 -Tres siglos...es mucho tiempo.
 -Somos inmortales Tanya, ademas no envejecemos -sonrió.
  Me quedé boquiabierta pero no dije nada más. La chica de trecientos años me sonrió y se acostó en su cama. Yo la imité y me deje llevar.

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